SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y DEL CONOCIMIENTO: VIVA EL BULO

Publicado: julio 25, 2010 en Políticas, Reflexiones en voz alta
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Dedicado a todos los B.O.B.O.S. que siguen perorando con complacencia no disimulada de esta maravillosa sociedad transparente. Sociedad de la Información. Sociedad del Conocimiento.

Leído ayer en El País. Una mujer, SHIRLEY SHERROD, negra, que ocupa un puesto en la administración Obama es despedida fulminantemente. ¿Motivo?. Al parecer esta señora había demostrado una tendencia inequívocamente racista. Un discurso suyo así lo manifestaba. Puro racismo: los blancos como raza perseguida, como raza excluida. Atención América, el poder negro empieza a demostrar sus ánimos de revancha. Prepárate América Blanca, el poder negro empieza a atacar.

Que alguien que ocupa un puesto en una administración pública de un estado democrático sea castigado con la expulsión por violentar una norma constitucional sagrada, un derecho fundamental de todos los seres humanos, es algo que ojalá se practicara todos los días en todas las administraciones. Hasta aquí nada que objetar.

¿Pero cómo se ha producido esta historia?. (Casualidad. El iPad elige como canción de fondo para este momento la versión de My Way por Sid Vicious) Al parecer quien levanta la liebre es alguien que a través de Internet difunde el caso. Señala con el dedo a esa mujer. Coloca las palabras pronunciadas por ella en la red. Explica, además, que sus palabras se convirtieron en hechos: un granjero blanco fue su primera víctima, la primera víctima de la dama del poder negro. Inmediatamente (Sociedad de la Información, Sociedad del Conocimiento),  muchos periódicos, y algunos de gran relevancia, se hacen eco de la noticia. Denuncia. Clamor. Todo llega a oídos de los hombres y mujeres de Obama que, rápidamente, deciden actuar con contundencia. Que no se diga de ellos. Que no se diga que protegen el racismo y, mucho menos, que una administración presidida por un presidente mulato mira hacia otro lado para evitar sancionar a una mujer negra que ha cometido una falta gravísima, si no un delito. Solución: el jefe de esta mujer la destituye inmediatamente.

Pero…

Ella no ha cesado de explicar que todo es mentira, que las palabras de ella que han reproducido unos y otros como prueba de cargo son un montaje, pues se ha mutilado su discurso para hacerle decir lo que nunca dijo. Es más, insiste que ella no ha causado daño alguno a ningún granjero blanco y que, contrariamente a lo expuesto, el granjero presuntamente discriminado no sólo no lo fue sino que recibió ayuda por parte de esta mujer. Una ayuda que le permitió salvar su granja.

¿Alguien la escucha? No. Bueno. Normal. Qué va a decir ella. Ya sabemos. Todos los corruptos hacen lo mismo. Por ejemplo Fabra sigue insistiendo en que le ha tocado la lotería no una, varias veces, y que esa es la razón de esa fortuna de difícil explicación.

¿Pero alguien investiga los hechos? ¿Alguien verifica la verdad de lo denunciado? Al fin y al cabo ella ha repartido el texto íntegro de su discurso para demostrar el montaje. Pero la red ya está en marcha. La transparencia es total. La verdad reluce más que todos los jueves que relucen más que el sol. Nadie se ocupa de verificar los hechos. Secuencia de la sociedad de la inmediatez: www dice algo; los periódicos inmediatamente lo reproducen; alguien toma una decisión.

En la hermosa novela América, América, de Ethan Canin, hay un momento que viene a la perfección para este caso. El narrador y protagonista de la novela es un editor de un periódico. Está hablando con una becaria, joven, muy joven. Él le dice que antes de Internet, antes de la blogosfera, antes de los móviles también existía prensa. Y que entonces eran periodistas los que cubrían directamente, personalmente las noticias y que los editores, antes de publicar algo, lo verificaban. Es evidente que también existían manipulaciones, falseamientos etc. Ya he hablado de ello aquí: los medios de producción de la realidad y el poder se alían para definir el campo de juego y las normas de juego de acuerdo con unos intereses que no cuadran necesariamente con la verdad. Pero puede que lo que el protagonista de la novela está diciendo sea cierto. Las llamadas Tecnologías de la Información y el Conocimiento han hecho posible un mundo en el que la instantaneidad se convierte en norma. Todo ya y ahora. Deprisa, deprisa. Que no nos pisen la noticia. Sociedad de instantes, sociedad de la instantaneidad. El café instantáneo es un café soluble. Se disuelve y, además, no sabe casi nada a lo que sabe el café bien hecho.

El conocimiento y la transparencia se convierten en juegos de manos. Baratos. Sin brillo. Pero eficaces. Salga usted a Internet. Difunda un bulo. Ya ha fabricado una verdad. A partir de ese momento la rueda se pone en marcha y el mundo deja de ser un poco más humano y la dirección que tomamos vira un poco más hacia ese punto de la infamia que dijimos haber abandonado.

Ah. ¿Y Obama? Pues el señor Presidente de la nación más poderosa del mundo, parece que al final le ha llamado por teléfono a esa mujer para pedirle disculpas. ¿Y ya está?

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